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Fachadas ciudadanas

 

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En un pequeño pueblo castellano el alcalde firma en pleno la autorización para realizar prospecciones de “Shale gas” mediante la técnica de fracking. Esto, según numerosos especialistas, puede llevar a la ruina a largo plazo el campo extensivo cerealista, con gran consumo de agua y recursos y la contaminación de acuíferos y medioambiente. Gran parte de los habitantes del pueblo se muestran en contra, e incluso tímidamente comienzan a auto-constituirse como plataforma. Pero más allá de la sempiterna campaña del “activismo de sofá” , son tan pocos que no poseen masa crítica para manifestarse en el pueblo, delante del ayuntamiento, tampoco dinero para fletar autobuses. Así que deciden utilizar sus propias viviendas como soporte de la protesta y el malestar con su alcalde y las posibles consecuencias. De esta forma, no sólo los familiares, turistas o visitantes que pasan por el pueblo son conscientes del pulso ciudadano subyacente, sino que el propio Alcalde ve desde su despacho, y todos los días en el trayecto a su casa, como las viviendas circundantes han desplegado numerosos y llamativos carteles con la frase “Stop fracking”, conviviendo con una manifestación silenciosa pero persistente, el perfecto escaparate de un malestar que se torna permanente en la imagen del pequeño pueblo. “Ojalá hubiese sido sólo una manifestación puntual” pensaría para sus adentros…

Publicidad vs Privaciudad.

La publicidad entendió hace ya mucho tiempo la importancia de los soportes existentes en la ciudad como espacios de máxima exposición visual y perceptiva, además de gratuitos en numerosas ocasiones. Esto ha hecho que la “rugosidad” existente en la misma se colmate de anuncios, carteles, pantallas, etc.… utilizando para ello los planos visuales que la ciudad nos ofrece. Y si estos no existen, pues se hacen.

Algunos de los últimos ejemplos llaman la atención por su capacidad de penetración en espacios institucionales, patrimoniales o protegidos . Esta invasión publicitaria no deja títere con cabeza, comercializando con cualquier tipo de soporte, desnaturalizándolo y poniéndolo en el stock de espacios publicitarios susceptibles de ser usados y vendibles. Ya sabemos que el centro neurálgico del transporte madrileño tiene un Nick (naming) .

Muchas ciudades han construido su imagen gracias a la apología del anuncio, el cartel, el luminoso y todo tipo de soporte susceptible de albergar publicidad. Tal es el caso de Las Vegas con su Strip, Tokyo, Londres o Nueva York con sus centros trufados de neones y grandes espacios publicitarios. El imaginario colectivo de estas ciudades se asocia a este tipo de fachadas y espacios hipercomerciales y ya forman parte de su imagen consolidada y exportable a nivel de marketing urbano.

Frente a la presión publicitaria numerosas iniciativas y espacios han planteado sus dudas o disensos, ofreciendo alternativas que pasan por la prohibición total de la publicidad, incluso el wi-fi, en su propio espacio, como es el caso de Esto es una plaza. Otras iniciativas replican pautas publicitarias mediante acciones artísticas o reivindicativas de visibilización de espacios degradados o denunciando el “feísmo” como el caso de Openwalls o La Galería de Magdalena. Finalmente existen iniciativas que atacan la publicidad mediante “guerrilla de comunicación” como el caso del sabotaje publicitario en los JJ.OO de Londres Brandalism  los Adbusters, Street Advertising Takeover  o Billboard Liberation Front o Stopub 

Todas estas iniciativas plantean los usos y abusos publicitarios en la ciudad, llamando a la ciudadanía a luchar o resistir la publicidad. Incluso hay llamamientos de limpieza colectiva de publicidad urbana  pero no se plantea el uso ciudadano de los soportes con las mismas potencialidades que estos suponen para la publicidad.

Fachadas Ciudadanas

Las fachadas son ambiguas por naturaleza. Revelan el interior en la misma medida que lo ocultan. No son transparentes. No están hechas para ser contempladas. Se contempla el interior. La calle es entonces una sucesión de interiores significantes (Pardo, 1992). . La fachada debe volverse invisible para mostrar o transparentar a su través el significado. No está hecha para ser vista, solo para ser leída y obedecida: es un signo o una consigna.

Las fachadas ciudadanas como apropiaciones informales no son casuales  ni arbitrarias sino que proponen una serie de certezas basadas en el principio de la superposición; (Soriano, 2002)  su lógica es contingente y depende de las condiciones de partida de cada propietario/usuario que conforman las situaciones y la complejidad de intereses de sus ciudadanos.

Las fachadas de la ciudad son el perfecto escaparate de la vitalidad subyacente, tanto de los propios inmuebles como de sus moradores, no sólo en vivienda, sino en edificios públicos, instituciones u oficinas. Están compuestas por una innumerable casuística de situaciones que reflejan tanto el estado del inmueble en su conjunto, como el de cada vivienda y el de cada propietario.  Todo ello puede ser expresado de forma analógica o digital, permanente o temporal, formal e informal…Las ventanas transparentan en forma de una percepción simultánea de diferentes intereses.  Aquí alguna de ellas:

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Las ventanas amenazan con la penetración del exterior en el interior, pero también transparentan el pulso de cada habitante.

Por su estado/contenido:       

-Ampliaciones y/o cubriciones (legales e ilegales)

-Fachadas y edificios en obras (andamiajes, telas, tapias…)

Por su función:

– Protección (toldos, brise-soleil…)

– Artísticas (graffiti, pintadas, proyección…)

– Vegetales (macetas, jardineras, césped…)

– Funcionales (tendederos…)

– Instalaciones (A/C, Paneles solares, parabólicas…)

– Almacenaje (bicicleta, mobiliario…)

– Mirador (desfiles, cabalgatas…)

Por sus mensajes:

– Nacionalistas (Catalunya, Euskadi…)

– Deportivas (Atleti, La roja…)

– Políticas (República, Palestina, Che Guevara…)

– Protesta  (Educación, Sanidad, No a los recortes…)

– Apoyo extituciones (15M, PAH…)

– Estado (venta, alquiler…)

– Género y derechos (Bandera Gay, Femen…)

– Religiosas (JMJ, Patrones…)

– Otros

Las fachadas ciudadanas expresan, así, la multiplicidad y variedad de opiniones, estados, disensos y acciones que cada propietario o celda habitacional quiere expresar, siendo todas ellas una pequeña parte de la totalidad de las fachadas existentes, las cuales pueden no expresar absolutamente nada más allá de su geometría y acabados arquitectónicos.

Esta inclusión de mensaje en fachadas, por tanto, establece el pulso de la ciudad. Cuando existe un mensaje preponderante la ciudad nos avisa del mismo. Una gran mayoría de fachadas en venta es sintomático de una crisis inmobiliaria como la actual, mientras que una gran cantidad de andamios y obras supone la revitalización y mejora de la misma. Cuando hay gran cantidad de banderas deportivas o nacionalistas nos remite a grandes gestas deportivas o transformaciones/ reivindicaciones nacionales, así como las protestas colectivas generalizadas se traducen en la proliferación de carteles de protesta. De esta forma el visitante conoce la agenda urbana y los temas pertinentes y  ciudadanos de forma directa y en tiempo real.  Se establece una relación “teatral” en la ciudad, en la que el acto se representa a través de las fachadas, siendo todos actores y espectadores. Una ciudad en venta, una ciudad arreglándose, una ciudad cabreada…

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El uso colectivo de las fachadas puede ser un instrumento de empoderamiento y manifestación de fuerza frente a las políticas imperantes o de canalización de reivindicaciones desde la visibilización de las mismas.  Además, la utilización de los cuerpos y las propiedades de forma colectiva como mecanismo de publicidad y reivindicación es una potente forma de asociar la publicidad a factores humanos. Acciones como la utilización del espacio mediante la colectividad, como la GranVia Catalana o los mensajes compuestos colectivamente como en los eventos deportivos (inauguración JJ.OO, tapices futbolísticos) podrían reproducirse en la ciudad, transformándola en un mosaico ciudadano.

Es por ello por lo que las fachadas ciudadanas deben seguir profundizando en los mecanismos de coordinación y unión de fuerzas, para transmitir más y de mejor forma la agenda ciudadana y la vitalidad urbana. A pesar de que no existe una contraprestación económica clara como es el caso de la publicidad, la cual es capaz de diluir los disensos ideológicos o la pasividad vital mediante la inyección de suculentos contratos con las comunidades de propietarios, los ciudadanos son capaces de reproducir las potentes prácticas publicitarias urbanas mediante la protesta y propuesta coordinada y comprometida y el diseño de sus propias fachadas ciudadanas.