En la actualidad buena parte del debate de numerosos agentes y lugares acerca de la dilucidación de las prácticas innovadoras y emergentes de las Iniciativas Ciudadanas -ICs- versa sobre su valoración, evaluación y reconocimiento. Ello conlleva la pretensión de ordenar la multitud de ICs insertas en un ecosistema heterogéneo, cambiante y difuso, del cual resulta difícil aprehender prácticas innovadoras que permita el establecimiento de “cierta” valoración de las mismas. Dicha valoración, entendida como una Axiología de las ICs, pretende, por tanto, derivar a partir de la misma una criteriología que permita extraer elementos de juicio intersubjetivo como el establecimiento de Buenas Prácticas, criterios de evaluación y seguimiento de las mismas, indicadores objetivos, clasificaciones y calificaciones, certificados y/o marcas de calidad, elementos exportables intra y extra-iniciativas, sinergias, etc.
La axiología pretende establecer una dilucidación de los principales valores: el estudio cuantitativo y cualitativo, tanto de las acciones y prácticas innovadoras, como de la propia estructura y gestión de las ICs. De esta forma se contribuye a exteriorizar y transparentar muchos de los procesos tácitos, internos o automatismos adquiridos o generados que poseen valor pero no se encuentran objetivado so manifiestos a simple vista. Dichos valores, su escala y su tipología, se presentan como repertorios innovadores que pueden y deben ser parte del común para generar mecanismos de réplica, referencia, reproductibilidad, inclusión y exportación.
La siempre difícil tarea de evaluar dichas prácticas contiene todos los elementos propios que ponen en tela de juicio quién evalúa, qué se evalúa, cómo se evalúa de forma que se pueda conseguir una cierta objetividad en los parámetros objetivos, que sean compartidos y sirvan como referente, revisable en el tiempo, para un análisis comparativo de dichas prácticas por parte de los distintos agentes, instituciones, empresas, colectivos o programas que estén relacionados directa o indirectamente con las ICs. Si bien es cierto que dicha axiología debe ser revelada, tarea en la que nos hallamos implicados numerosos agentes en la actualidad, poseemos mecanismos para poder establecer estudios e investigaciones acerca de los mismos, bien sea por importación directa de sistemas criteriológicos o evaluativos, bien sea por construcción colectiva de experiencias propias contrastadas.
Es, precisamente este punto, el que se torna como primer punto de discusión. Y la mejor solución, o la menos mala, para la autoverificación de la evaluación es la total transparencia y honestidad. La transparencia de los criterios evaluadores o clasificadores permite, por un lado, acogerse a un subjetivismo propio con pretensión objetiva, el llamado conocimiento situado, en el que no se niega que existan elementos “ideológicos” o subjetivos en las pautas o indicadores evaluativos, pero estos son transparentados con el mayor esfuerzo para que, por otro lado, otras subjetividades puedan conocer cuáles son los elementos ideológicos propios revisables, mejorables, eliminables u optimizables. Por tanto la transparencia supone un ejercicio propio de desvelamiento del contexto propio y la permeabilidad a que otros contextos puedan conocerlo y actuar en él desde otros conocimientos situados. Este doble mecanismo que supone la transparencia máxima permite un acercamiento a la objetividad como intersubjetividad en perpetua revisión y mejora, en un “proyecto continuo evaluador” que permita autoevaluarse a sí mismo en términos cualitativos y cuantitativos.
Una vez asumida esta premisa como condición estructural a la hora de comenzar una construcción colaborativa en torno a la evaluación de las ICs se deben recoger todas aquellas propuestas que suponen una demarcación de las ICs para realizar un análisis comparativo. Para ello podemos establecer un estatuto de las ICs a partir de la división realizada por Mosterín (2008) en la cual se establece una ordenación de las distintas escalas.
• Escala clasificatoria (Parámetros cualitativos): supone la distribución de las ICs en base a partición (solapante, no solapante o multicriterio) de la extensión de la propia iniciativa. De esta forma se seleccionan criterios relevantes para establecer dicha clasificación, como pueden ser el territorio en el que actúan, la temática principal sobre la que tratan, el carácter o perfil de sus agentes/ beneficiarios, la inclusión de las mismas en otras ICs abarcantes, acercamientos evolutivos de las mismas, etc. De hecho este post se inserta en una escala meta-clasificatoria
• Escala comparativa (Parámetros topológicos): dicha escala supone la comparación de las ICs a partir de algún parámetro relevante, de forma que obtengamos una escala comparada que nos permita una cierta orientación o “grado de acercamiento” a dicho criterio o parámetro. En este caso la comparación supone un intervalo o nivel que establece la igualdad o diferencia (precedencia) según un aspecto y una escala por lo que combina aspectos cualitativos con aspectos cuantitativos. A pesar de que supone un primer intento de establecer un gradiente valorativo este no contiene la transparencia y exactitud que puede obtenerse de una metrización (intersubjetiva) y tiene valor por su capacidad relacional.
• Escala métrica (Parámetros cuantitativos): Esta escala supone la introducción de una “metrización” valorativa en base a un convencionalismo que permite el uso de dicha escala por toda la comunidad de agentes relacionados con las ICs. Esta metrización permite la introducción de medidas o magnitudes escalares o proporcionales que permiten en análisis comparativo intra-iniciativa, de forma que se puede extraer la información que otorga la escala comparativa pero además dicha comparación nos arroja datos sobre “cuánto más” no sólo “más”. El convencionalismo supone la construcción colectiva de dicha escala, a través de referencias previas y criterios propios siempre con la máxima transparencia y ánimo de sometimiento de criterios a la autoevaluación propia como anteriormente se explicaba.
En la actualidad existen numerosas plataformas, iniciativas y proyectos que plantean directorios o taxonomías que se pueden enmarcar en alguna (o varias) de las tres escalas anteriormente expuestas. La mayoría de las que funcionan en la actualidad utilizan la escala clasificatoria en base a diversos criterios (únicos o múltiples). Así podemos encontrar LAN Irekia en la cual se plantea un mapa clasificatorio de ICs en base a la territorialidad (ubicación predominante en Euskadi), el uso de las TICs (relación estructural TICs-ICs) y la temática principal de las propias ICs. También su réplica catalana Ciutadanía 4.0.
Por otro lado encontramos, y siempre dentro de la escala clasificatoria, plataforma como Consumo Colaborativo , Me Cambio , movecommons o en el propio Vivero de Iniciativas Ciudadanas y, en general, los mapeos, cartografías, directorios, listados y censos de ICs pertenecen al concepto de escala clasificatoria.
Dentro de las escalas métricas diversos colectivos y plataformas han desarrollado sus propios sistemas criteriológicos en los que se elaboran indicadores que suponen la introducción de una métrica para definir magnitudes en el entorno de las ICs. Basados a menudo en sistemas de indicadores objetivos verificables, importación de sistema evaluativos de proyectos como el Marco Lógico existen casos paradigmáticos como los indicadores de sostenibilidad por Salvador Rueda y la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona y sus diversas réplicas territoriales o sectoriales, como indicadores medioambientales, de calidad del medio o de la ciudad, de la gestión política, etc. Interesantes , también, las propuestas de calificación, evaluación y testeo de organismos tan diversos y dispares como la Economía del Bien Común , la ASHRAE/LEED , los parámetros guvernamentales , indicadores sociales internacionales etc.
Criterios, indicadores objetivos, parámetros de evaluación, gráficos, rosetas, gradientes o escalas forman parte de las numerosas propuestas que se acercan a la construcción conjunta de una metodología de evaluación que permita la introducción de un métrica conjunta en el ecosistema ICs. Destacar el trabajo de Paisaje Transversal y su autoevaluación en los trabajos de Virgen de Begoña , la taxonomía crítica de ICs realizada por el propio Vivero de Iniciativas Ciudadanas, junto el programa de Máster Avanzado de la ETSAM (Paisajes apropiados) a modo de rosetas que “decodifican” el ADN de las ICs. En este caso de decodificación de ADN de las ICs se trabajó con una roseta que agrupaba aquellos criterios marcados como relevantes de forma participada, en tres conjuntos: estructura organizativa, estructura participativa y su repercusión en el espacio público. Para cada uno de los criterios insertos en cada conjunto se les asignaba una cuantía comparativa probable (intervalos de 20%) de forma que lo que se perseguía no era tanto el caracterizar de forma exhaustiva cada iniciativa como poder obtener una “radiografía” cercana a la realidad de la misma la cual se pudiese insertar en un análisis comparativo con otras muchas, de forma que la metrización de las iniciativas buscaba un análisis topológico (comparación por intervalos) de forma que pudiésemos detectar de forma sinóptica los exponentes más representativos, carencias, similitudes o potencialidades de las ICs analizadas.
Este procedimiento se continuó en el taller #GreenVia , realizado en Intermediae Matadero/Madrid en abril de 2012, en el cual se desarrollaron unas fichas-tipo que redundaban en el conocimiento métrico y topológico al rellenar las propias iniciativas unas fichas representativas en las que se combinaban elementos valorativos de forma subjetiva (autoconsciencia) con elementos más objetivos como agentes, beneficiarios, modos de financiación, metodologías, interlocutores, elementos de comunicación, uso de las TICs y un largo etc. En dicho taller se elaboraron cerca de un centenar de fichas de ICs que se han ido analizando paulatinamente de cara a poder ofrecer un catálogo de buenas prácticas, así como otras iniciativas evaluadoras que, en la actualidad, están a la espera de ser contrastadas y sintetizadas por parte de los agentes implicados.
En la actualidad varios colectivos y agentes pertenecientes a La Mesa , que se reúne periódicamente para tratar temas en torno a las ICs están desarrollando de manera conjunta un trabajo de síntesis y autoevaluación de los criterios de evaluación y escalas métricas propias para aunar esfuerzos y converger hacia un sistema conjunto que permita la transversalidad y universalización de la multiplicidad de “visiones subjetivas” existentes. La participación es abierta y basta con mandar un mail a mapeo@googlegroups.com
Por último finalizar haciendo mención a una posición “contraria”, o al menos discrepante, con la inclusión de dichas escalas en el ecosistema reinante de las ICs. Si bien las escalas ofrecen un carácter normativo, estas propuestas defienden un carácter descriptivo de las mismas, sin entrar en valoraciones de ningún tipo. Es en este carácter descriptivo de dónde se extrae el uso de las mismas y lo fenoménico de dichas manifestaciones y consecuencias en el tiempo. Con carácter cientifista también, se desarrolla toda una “relatoría descriptivo-interpretativa” de los fenómenos que rodean a las ICs y de lo que suponen estas prácticas en el contexto en el que actúan.Para esta postura la creación de una escala valorativa o meramente clasificatoria carece de valor o función más allá de la pretensión de organización cognitiva del continuum complejo en una taxonomización nominalista. La pretensión de no-valoración, independencia u objetivismo “externo” puede ser objeto, a su vez, de la transparencia necesaria para analizar la propia postura de forma que esta pueda verse reforzada mediante el aporte intersubjetivo para un desarrollo ulterior. Diversos estudios sobre el movimiento 15M han adoptado esta postura acerca de las implicaciones de dicho movimiento, causas y consecuencias durante los últimos años.